Las actividades artísticas siempre parecieron ser un plus en la vida de los niños a la hora de ayudarlos a conectar más con sus emociones y estimular su cerebro, pero hay una en concreto que podría ayudar especialmente a ello: la música. Según la ciencia, aprender música tendría un efecto positivo en el desarrollo cerebral infantil. Hablamos de tocar un instrumento, ya sea la guitarra, el piano o la trompeta. Poco importa cuál es el elegido, porque el propio hecho de aprender sobre ello es lo que ayuda a activar casi todas las partes del cerebro.
Afecta a la inteligencia y las emociones de los niños. Según señala otra investigación científica, aprender a tocar un instrumento durante la infancia daría lugar a una mayor neuroplasticidad, ya que ayuda a que asienten ciertas bases neuronales. Y es que el simple hecho de ensayar y simular mentalmente el resultado final, ayuda a los niños a visualizar el éxito y fantasear con él. Practicar una pieza musical hace que poco a poco vayan mejorando y sus estándares se eleven.

Desarrollo de un mayor número de habilidades. Entre los puntos a favor que se señalan en la investigación, destaca una mayor consciencia del tiempo, ya que deja de ser algo completamente abstracto para adquirir una forma más real. Aunque no solo eso, también ayudaría a los niños a regular las emociones y expresarlas. Además, aprender a tocar un instrumento requiere de una motricidad precisa, muy buena coordinación de la vista y las manos, así como una conexión especialmente fuerte del cerebro y el cuerpo.
Más allá de la creatividad y metodología. Si estás dudando en apuntar a tus hijos a alguna actividad extraescolar, las clases de música pueden ser sus mejores aliadas. Y es que esto no va de ser el número uno en esa habilidad, sino de todos esos efectos positivos en el desarrollo cognitivo general de los niños en el que insisten los estudios científicos, así como la celebración del proceso y la mejora a través de la práctica.
Fotos | Anna Shvets en Pexels, Anna Shvets en Pexels
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