Quién no se ha sentido alguna vez perdida. Autómata por su propia vida, cómo mirándose desde arriba, fuera del cuerpo, pensando, "¿qué está haciendo esta pobre chica?". A la protagonista de la 'La peor persona del mundo', le pasa un poco eso. Tú la llamas la crisis de los 30, yo te digo, es reivindicar el derecho a meter la pata y abrazar los grises de la vida. Dejarse ser punzante, imperfecta. Va de que voy a tropezar, pero también voy a tirarme al abismo. Sentimos cosas porque estamos vivas, y menos mal.
Era marzo de 2022 y todo el mundo habla de la nueva película del director noruego Joachim Trier. "Tiene tintes a lo 'Frances Ha'", me comentó una amiga. Y claro, si te dicen que el estreno del momento se parece a una de tus películas favoritas, pues te plantas en el cine y lo haces con expectativas. Lo mejor es que cuando salí de ver 'La peor persona del mundo', pasó algo mucho mejor, me recordó a 'Fleabag'. Una sabe que si una cinta es capaz de transportarla la icónica serie de Phoebe Waller-Bridge, está en frente a una joya audiovisual. Pues ahora puedes verla en Max.

Julie va a cumplir los 30 y su vida es un desastre. "Me siento como un espectador en mi propia vida. Como si estuviera interpretando un papel de reparto en mi propia vida", explica ante la cámara. Y es que va dando bandazos, probando, divirtiéndose, sufriendo. Su novio Aksel, un exitoso novelista gráfico, quiere que siente la cabeza, pero ella piensa en presente, no en fututo y por el camino conoce a Eivind.

Nuestra protagonista no pretende caer bien a nadie, no es un personaje buenista, es simplemente una mujer llena de aristas. Le corre por las venas una imparable necesidad de huir, pero también tiene miedo a la soledad. Parece que vive instalada en un inconformismo crónico, pero no es solo eso, sabemos que le pasa: el deseo es una cosa escurridiza y cuando piensas que por fin lo alcanzas, resulta que estaba en otra parte, en otra persona, o quizás no, igual lo tenías delante, ese es el interrogante.
Ella a ratos se siente una mala persona, por dejarse llevar y permitir que otros seres humanos permeen en su vida, por salirse del guion cuando siente que ya no encaja, por intentar quedarte a toda costa, aunque ya no tenga sentido. No tiene nada que ver con la maldad. Tampoco el echar de menos a las personas que ya no están en nuestro relato o sentirse absurda por no saber que estás sintiendo. Es la vida sucediendo. Tendremos épocas de más claridad, otras de torbellinos y mientras tanto el cine, para hacernos ver que en la duda también hay belleza y que no estamos solas es esto.
Fotos | HBO MAX
En Trendencias | Las 22 mejores series de mujeres de la historia de la televisión (y dónde verlas)
Ver 0 comentarios