En 2018, un empresario alemán se hizo con uno de los autos más exclusivos del planeta: el Aston Martin Valkyrie. Un hiperdeportivo híbrido con alma de Fórmula 1, diseñado con la ayuda de Red Bull Racing, limitado a solo unas cuantas unidades en todo el mundo y con un precio que rondaba los tres millones de euros. Para muchos, tener uno es el equivalente automovilístico a poseer un Picasso en el garaje. Pero para este comprador, la experiencia ha sido más pesadilla que sueño.
El coche le fue entregado recién en 2022, cuatro años después de hacer el pedido. Hasta ahí, más o menos entendible: un auto tan complejo, con tecnología punta y producción artesanal, requiere tiempo. Pero el problema es que desde que lo tiene, apenas ha podido recorrer 441 kilómetros... y no porque no quiera, sino porque dicho auto ha presentado muchas fallas.
Según la demanda interpuesta contra Aston Martin, el Valkyrie no ha dejado de presentar fallos: problemas electrónicos, errores constantes en el sistema de infoentretenimiento, e incluso fallos críticos que lo han dejado inoperativo. El dueño alega que ha tenido que enviar el auto varias veces al taller y que, en vez de disfrutar su inversión, ha pasado más tiempo lidiando con el servicio técnico que al volante del coche.
Por si fuera poco, afirma que el vehículo no cumple con las promesas que Aston Martin le hizo al momento de la compra, lo cual ha sido el argumento principal de su demanda. Y es que cuando uno paga tres millones por un auto, lo mínimo que espera es que arranque sin dramas.
Pero este no es el primer traspié que sufre el Valkyrie. Desde su concepción, el proyecto ha estado plagado de retrasos, sobrecostes y desafíos técnicos. Aunque muchos propietarios han alabado su rendimiento extremo y su diseño radical, también ha habido quejas sobre su usabilidad y fiabilidad, además del exagerado ruido que hace su motor.

El motor Cosworth hace tanto ruido que no deja escuchar nada al conductor y, lógicamente, eso es un problema en un coche de calle, por lo que Aston Martin equipó al Valkyrie con un sistema de micrófonos que graban el sonido del exterior para reproducirlo a través de unos auriculares que tiene que utilizar el conductor.
Sin embargo, eso no fue suficiente para Sebastian Kunze, aficionado de los autos y conocido streamer, ya que declaró ante el Tribunal Regional de Aquisgrán que "el Valkyrie tenía más defectos que todos mis otros coches juntos".
Una prueba de ello es un altercado en carretera que casi genera un accidente: en la demanda, Kunze afirma que el 27 de agosto de 2024, casi choca con una ambulancia: "Solo gracias a la rápida reacción y la destreza al volante del conductor de la ambulancia se evitó un accidente mortal", afirmó en su declaración.
Desde entonces, Kunze no se ha atrevido a salir del garaje con su Valkyrie. Su abogado, Marco Rogert, enumera numerosos otros defectos en su demanda: deficiencias que nadie aceptaría y, sobre todo, que nadie debería tener que tolerar al pagar varios millones de euros por un vehículo.
La respuesta de Aston Martin
Ante ellos problemas del vehículo, el propietario buscó devolver el auto y pedir un reembolso, sin embargo, Aston Martin ideó un cálculo que podría interesar también a otros aficionados a los coches antes de comprar un súper deportivo como éste: si el cliente quisiera devolver el Valkyrie, tendría que deducir una tasa de uso de aproximadamente 55.000 euros por los 441 kilómetros recorridos, es decir, el precio del vehículo baja 124 euros por cada kilómetro recorrido.
La demanda todavía está en curso, pero este caso ya ha encendido las alarmas en el mundo del lujo automotriz. ¿De qué sirve tener el coche más exclusivo si ni siquiera puedes llevarlo al supermercado sin que dé error?
Ante este caso que ha salido a la luz, la gran pregunta que queda flotando entre los amantes de los coches de lujo es: ¿vale la pena pagar millones por un coche que solo puedes mirar y no conducir? Para este alemán, la respuesta ya es un rotundo "no".
Fotos de Aston Martin
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