En España el número de perros que forman parte de la familia se ha doblado de 2010 a 2023, llegando a los 9,3 millones. El 43% de los hogares tiene una mascota. Ese aumento responde a un estilo de vida diferente que ha transformado las dinámicas familiares, y que es la respuesta a nuevas necesidades afectivas y emocionales. Ahora un perro es parte fundamental de nuestra familia, pero quien no tiene una mascota no sabe el verdadero vínculo que se establece entre humano y perro, y eso provoca que el duelo por la pérdida no se acepte de la misma forma.
Dicen que una casa con perros es un hogar completo y quizá por eso cuando nos faltan, el dolor es indescriptible. Tanto, que hay personas que se sienten culpables por haber sentido más la pérdida de su mascota que la de un familiar o amigo. No es raro ya que las investigaciones han confirmado que la pérdida de un perro es, para la mayoría de dueños y en todos los sentidos, un dolor comparable a la pérdida de un ser querido.
Entendiendo el vínculo para comprender el dolor de la pérdida
El cambio hacia una sociedad en la que los perros son parte fundamental en nuestras vidas se refleja en medidas como las que algunas empresas de EEUU ya ofrecen, en la que dan la posibilidad a sus trabajadores de pedir días de permiso pagado en el trabajo para afrontar la pérdida de una mascota. Habrá quien se lleve las manos a la cabeza, pero el vínculo entre humano y perro es real.
Llevamos 10.000 años compartiendo vida con los perros, que ya han pasado, como explicaba el antropólogo Brian Hare, a ser “animales socialmente hábiles” que poseen cualidades únicas que les permiten comprender los comportamientos humanos solo con la expresión facial. Por eso, con ellos interactuamos como lo haríamos con otras personas, incluso de una forma más satisfactoria que con otros humanos porque nuestros perros nos brindan una retroalimentación positiva incondicional y sin críticas fruto de la evolución. Aldous Huxley decía que “Todos los hombres son dioses para su perro. Por eso hay gente que ama más a sus perros que a los hombres”. No nos extraña.

Ese apego que sentimos hacia un perro provoca que cuando nos falta, sintamos una pérdida de amor incondicional como señalaba la psicóloga Julie Axelrod ha señalado. Duele de la misma forma en que dolería la pérdida de un ser humano querido porque queremos a ese animal con la misma fuerza y profundidad, incluso más, que la que sentimos por aquellos de nuestra misma especie.
De la misma forma en que pasamos un duelo al perder a una pareja tras una ruptura, o al fallecer un amigo o un familiar, pasamos un duelo al perder a una mascota, pero es posible que no sintamos que podemos expresarnos o sentirlo de la misma forma.
El duelo desautorizado por la pérdida de tu mascota
Sin embargo, puede que el entorno no lo vea de la misma forma y tienda a minimizar el dolor de la pérdida que hemos sufrido, o que nosotros mismos pensemos que sentir ese dolor no es normal por un animal. Es lo que se conoce como duelo desautorizado, duelo silente o duelo prohibido, que como explica Guillermo Zurita, médico y psicoterapeuta “es aquel que nosotros mismos, el entorno o la sociedad en la que vivimos nos niega o nos fuerza a no expresar de la forma en que necesitaríamos".
Con frases como "por suerte solo es un perro" o "puedes tener otro", minimizamos el dolor de la pérdida y la persona que vive el duelo puede sentir su dolor como menos lícito, “como si por no tratarse de una persona no podamos sentir la pérdida de una forma intensa”, explicaba Zurita. El experto añade que “existe la posibilidad de que no nos mostremos auténticos y desacreditemos nuestro propio duelo como una anticipación de la reacción del entorno". Ese dolor que escondemos no se supera como lo haríamos con un duelo normal, porque no le damos espacio ni lo gestionarlo adecuadamente.

Cómo gestionar la pérdida de nuestro perro
La psicóloga Patricia Nafría Vicente explica que el proceso emocional que se desencadena tras la pérdida de una mascota “varía según las circunstancias específicas de cada persona y su relación con el animal”, pero nos deja claro algo: es totalmente legítimo sentir dolor y transitar por un duelo tras la pérdida de una mascota. Si pensamos en el duelo como una respuesta natural ante una pérdida importante de nuestra vida “que se produce como resultado del vínculo emocional que hemos formado”, como explica Nafría, entenderemos que el dolor no solo es normal sino más humano de lo podríamos pensar.
Hay que sumarle además que nuestro perro forma parte de nuestro día a día. Mucho más que algunos amigos o familiares con los que tenemos un trato menos cercano. La pérdida de un perro puede alterar nuestra rutina diaria de una forma más profunda, y esos cambios se convierten en una de las principales fuentes de estrés durante el duelo.
No existe una fórmula mágica para terminar con el dolor, pero sí hay algunas recomendaciones que podemos seguir para superarlo. Las expertas en psicología de Somos estupendas nos recomiendan comenzar por escucharnos, aceptar cómo nos sentimos y buscar un espacio seguro en el que puedas compartir cómo te sientes sin sentirte juzgada. Si el dolor es tan fuerte que no te ves capaz de gestionarlo por ti misma, recuerda que puedes pedir ayuda a profesionales sanitarios para transitar el duelo de la misma forma en que lo harías cuando fallece un familiar.
Si los perros nos hacen más felices y mirarlos puede hacernos sonreír, es más que entendible que perderlos pueda convertirse en una de las experiencias más complicadas a la que nos enfrentamos. Dar espacio a ese dolor y transitar el duelo con la misma naturalidad con la que lo haríamos con cualquier otro ser querido es posible y necesario.
Fotos | Krista Mangulsone en Unsplash, James Barker en Unsplash, Eric Ward en Unsplash, Wade Austin Ellis en Unsplash
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