La demencia afecta a 55 millones de personas en todo el mundo, según datos de la OMS y las cifras aumentan cada año, también en los casos en que se presenta de una forma precoz. Muchos expertos creen que el aislamiento social es un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer, el tipo más común de demencia. Ahora, un nuevo estudio publicado en el American Journal of Epidemiology revela un síntoma que no esperábamos: la enfermedad de Alzheimer puede hacernos más sociables, al menos en las primeras etapas.
El estudio, dirigido por la Universidad de California en San Francisco y la Universidad de Boston y realizado sobre medio millón de británicos, ha encontrado que las personas con un mayor riesgo genético de Alzheimer tenían menos aislamiento, una participación mayor en actividades sociales y unas relaciones familiares más felices. El Dr. Scott Zimmerman, uno de los autores, aseguraba a BBC Science Focus que esperaban ver “más evidencia de abandono de las redes sociales, posiblemente debido a cambios en la capacidad para organizar actividades sociales o cambios de humor. Pero encontramos lo contrario”.
Los primeros síntomas de Alzheimer nos acercan a los demás
Los primeros signos del Alzheimer en su etapa más temprana, como cambios sutiles en el pensamiento y la memoria, no hace que las personas sean menos activas socialmente, al contrario. Las asociaciones con la soledad, la calidad de las relaciones de amistad y el apoyo emocional, según el estudio, “fueron nulas” y no se encontró evidencia de que un mayor riesgo de Alzheimer precoz se asocie con una menor conexión social. Es más, según el estudio, “los síntomas preclínicos podrían conducir a relaciones familiares más sólidas y a un menor aislamiento social, y su vida social podría incluso ampliarse”.
Durante la fase más temprana de la enfermedad, aquellos que la sufren podrían acercarse a sus familiares y amigos para recibir más apoyo en sus actividades diarias, lo que choca frontalmente con la idea de aislamiento que hasta ahora se tenía. “No sabemos con certeza si se relacionan más con los demás o si quienes los rodean notan cambios sutiles y les brindan más apoyo”, aseguraba a Neuroscience News Ashwin Kotwal, coautor del estudio. Lo que sí se sabe, es que no se aíslan en las primeras etapas sino que al contrario, tienen más apoyo.

La duda ahora es que vino antes, si el huevo o la gallina porque este estudio, publicado en la revista Nature Mental Health aseguraba que la soledad aumenta el riesgo de demencia por cualquier causa. ¿Es la soledad un factor de riesgo para el Alzheimer o el aislamiento social es una consecuencia de la enfermedad? El Dr. Ruijia Chen afirmaba a Science Focus en el artículo citado anteriormente "que el vínculo entre el aislamiento social y el riesgo de demencia que se muestra en otros estudios no se debe enteramente a que los síntomas tempranos de la enfermedad hagan que las personas se aíslen" y refuerza la idea de que “mantenerse conectado socialmente podría desempeñar un papel crucial en la protección de la salud cerebral”.
La mala noticia es que vivimos en un mundo cada vez más individualista y menos social. Más conectados pero más solos. Quizá eso sí termine siendo un factor de riesgo a la hora de sufrir demencia. Por si así fuera, y sabiendo que son las relaciones interpersonales las que nos hacen realmente felices, deja el móvil y queda con un amigo. Puede que tu cerebro te lo agradezca en el futuro.
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