Mens sana in corpore sano. Esta frase en latín de la Sátira X del autor romano Décimo Junio Juvenal, del siglo II d.C. hace referencia a que mente y cuerpo están conectados, pero de alguna manera, la medicina tradicional decidió hacer una separación entre cerebro y cuerpo. Ahora la doctora Camila Nord, directora del Laboratorio de Neurociencia de la Salud Mental en la Universidad de Cambridge, muestra que tienen más conexión de lo imaginado. Tanta que tu cerebro puede predecir inconscientemente tus síntomas físicos y eso podría suponer un avance para muchas enfermedades complejas.
La conexión entre cerebro y cuerpo. El dolor crónico puede causar cambios fisiológicos en el cerebro, proceso que ya se puede medir en el laboratorio, y como explica en su libro ‘El cerebro en equilibrio’, no existe una “categoría separada de enfermedad, una que se limite a la mente y no implique cambios biológicos. Esta categoría no existe”. Es decir, siempre se conectan de una y otra forma. A nivel de salud mental estaba más que claro. Una enfermedad mental como la depresión, por ejemplo, puede provocar dolores musculares y articulares, fatiga, problemas digestivos, alteraciones del sueño y cambios en el apetito. Ahora Nord va un paso más allá y asegura que no existe ninguna dolencia puramente “física” en la que el cerebro no intervenga porque “todo es físico y psicológico”, como explica la neurocientífica.
Tu cerebro puede predecir inconscientemente los síntomas físicos. Explica Nord en su libro que una lesión a la que el cerebro ha tenido que responder en el pasado lo vuelve más sensible a que se repita en el futuro, lo que puede hacer que “el cerebro prediga inconscientemente síntomas físicos” y se defienda de ellos antes. “Estas predicciones pueden ser tan sólidas que generan los síntomas que anticipan”, y así podemos condicionarnos a esperar resultados negativos y con esas expectativas, enfermar, algo como lo que ocurre con los perros de Pavlov. La agorafobia, la fobia social o algunas fobias específicas pueden desarrollar “síntomas extremadamente reales, altamente fisiológicos” y estas respuestas convertirse en condicionadas y amplificadas.

Por ejemplo, según informa Lyman Neil Harrison, inmunopsiquiatra de Cardiff es posible que una inflamación (física) interfiera en la actualización de las predicciones del cerebro sobre la inflamación (mental). El cerebro se bloquea, combatiendo una infección que ya no existe, algo que se ha observado en la depresión, por ejemplo. Por eso hay síntomas físicos que persisten a pesar de que se hace un tratamiento específico para ellos, porque el origen no está en el cuerpo, sino en una respuesta predictiva exagerada del cerebro. Estás estancado en un patrón de reacción al dolor, en una amenaza mental, un trauma o estrés, y reaccionar una y otra vez de la misma manera termina por agravar el problema: el cerebro mejora cada vez más en la producción de esa reacción llegando a tenerla antes de que ocurra o sin que ocurra. Si "la forma específica en que cambia tu cerebro depende de lo que esperabas que sucediera", explica Nord en su libro, cualquier cosa que cambia esa expectativa, cambia el resultado.
El problema de haber separado durante años el tratamiento de la mente y el cuerpo. “La separación entre salud mental y física nos impide lograr avances significativos en el tratamiento de la salud mental”, explicaba Nord en una ponencia para The Royal Institute, y eso influye en algo importante: la investigación y el tratamiento. En España, ha existido una tendencia a la separación de forma histórica, dándole una menor prioridad a la salud mental, pero nuestra sanidad parece querer dirigirse a una mayor integración con el Plan de Acción de Salud Mental 2025-2027.
Los servicios médicos físicos y mentales pueden tener presupuestos y administraciones diferentes especialmente en países como EEUU y acceder a los fondos del NHS para alguien con demencia grave cuyo "cuerpo" aún está sano, es más complicado que para alguien que experimenta lo contrario. Como explica Mark Edwards, profesor de neurología en el King's College de Londres a The Guardian, las personas con trastornos mentales como esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión, “a menudo mueren años antes, hasta una década o incluso dos antes, que quienes no los padecen, y por enfermedades como cáncer, enfermedades cardíacas, complicaciones de la diabetes y problemas respiratorios” .
Separar la mente del cuerpo conlleva riesgos en nuestra concepción de un trastorno, pero como explica Nord en su libro, también “en cómo podríamos diseñar nuevos tratamientos” o “en nuestra capacidad de comprender cómo funcionan los tratamientos que utilizamos”. al volver a unirlos, el tratamiento puede mejorar exponencialmente y la frase “mens sana in corpore sano” tendrá más sentido que nunca.
Nota: algunos de los enlaces de este artículo son afiliados y pueden reportar un beneficio a Trendencias.
Fotos | Zohre Nemati en Unsplash, National Cancer Institute en Unsplash
En Trendencias | Estos son los 24 tipos de sexualidades y orientaciones que existen
En Trendencias | Cómo usar tu Satisfyer y sacarle el máximo partido (a solas y en pareja)
Ver 0 comentarios