Paradójicamente, todo empieza con un podcast. En 'Behind the Screens', Curtis Morton acuñó el término que acabaría convirtiendo en tendencia un comportamiento que algunos ya venían observando. Es el "barebacking" que, aunque antes se usaba para hablar de sexo anal sin protección, ahora es la última excentricidad de la generación Zeta que saca de quicio a los millennials (incluido al propio Morton). Consiste en no hacer nada mientras se viaja en transporte público.
Del rawdogging al barebacking
Escuchar un podcast o poner música, leer un libro o ponerte al día con el periódico, scrollear sin fin en las redes sociales... son actividades habituales para la mayoría de los mortales cuando viajamos sin compañía en transporte público. Sin embargo, hay jóvenes que deciden optar por no hacer ninguna de estas cosas, dure lo que dure el trayecto. Simplemente, están.
De este modo, el barebacking viene a ser la evolución natural de otro palabro moderno: el rawdogging, que el año pasado convirtió en un reto soportar todas las horas que durara un vuelo sin hacer absolutamente nada más que mirar por la ventana o el respaldo del asiento delantero. Ni siquiera dormir o comer. ¿Por qué? Porque sí.
@henrikchristians1 They better add rawdogging as an Olympic sport🥇 #fyp #olympictiktok #olympics #paris2024 @Mr.Nicho @Olympics @paris2024
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Se cree que el trend salió de la serie de Apple TV+ 'Secuestro en el aire', donde el protagonista se ve obligado a soportar un vuelo de Dubai a Londres sin ninguna distracción moderna después de que su Airbus sea secuestrado. Sin embargo, ¿no es ya una distracción en sí misma intentar sobrevivir en esa situación o incluso luchar por que el aburrimiento no te haga caer en la tentación de coger el móvil aunque no haya terroristas de por medio? Por no hablar de lo entretenido que puede ser pegar la oreja a conversaciones ajenas...
Y ahora ya sí que no voy a hacer nada
No obstante, el barebacking tendría menos de reto y más de una búsqueda de momentos de introspección y descanso mental en un mundo con cada vez más estímulos. Así como ser una forma de protesta contra la hiperconectividad y la presión por tener que ser siempre productivos. Como gritaría muy enfadada Laura Escanes en aquel audio de Whatsapp que se le atribuía, su lema podría ser: "Y ahora ya sí que no voy a hacer nada. No voy a hacer nada. No voy a hacer nada".
Eso sí, aunque no hacer nada durante tus desplazamientos diarios puede ser una forma original de darse un descanso mental muy necesario, y puede considerarse un reflejo de lo mucho que valora la salud mental una generación que los datos describen como quemada y estresada, también puede resultar incómodo para otros pasajeros.
Sin otra cosa que hacer durante el tiempo que dura un trayecto en tren o en autobús, solo queda mirar a lo que pasa a tu alrededor. De este modo, puede haber ocasiones en las que un comportamiento tan vintage podría acabar atentando contra las normas sociales en espacios públicos, al incomodar a otros pasajeros que se sienten observados.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que no se trata de renunciar a la tecnología, sino de reequilibrar la relación que tenemos con ella. Al dejar el móvil en el bolsillo y mirar por la ventanilla o a quien tengas enfrente, quizá no estemos perdiendo el tiempo, sino recuperando algo que no sabíamos que habíamos perdido: la capacidad de estar con nosotros mismos, aunque solo sea en los minutos que hay entre dos paradas de metro.
Foto de portada |John Lockwood y AnimGraph Lab
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