El selfie perfecto... y 4.000 personas más con la misma idea: el ayuntamiento de Mallorca prohíbe hablar de una de sus calas

No podemos tener cosas bonitas

Tommie Hansen
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María Yuste

Editor Senior
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María Yuste

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Las Islas Baleares se acaban de convertir en uno de los primeros lugares del mundo en dejar, oficialmente, de utilizar a influencers para promocionarse como destino turístico en redes sociales. Se trata de una medida desesperada para intentar atajar otro capítulo de eso que podría llamarse "morir de éxito" y que, en el caso del turismo, parece que ya no tengan solución en muchos lugares aunque los ayuntamientos siguen intentándolo.

El plan sin fisuras de las Baleares: combatir el turismo de masas con más reclamo. Las Baleares es una de las zonas de España más masificadas por el turismo. Así que, con el objetivo de aliviar la presión que tenían los sitios más populares de estas islas mediterráneas, el Gobierno local puso en marcha una política de contención del turismo que utilizó a los influencers para redirigir a los visitantes a otros lugares menos conocidos y concurridos. El problema es que funcionó.

La plaga del turista de selfie. Lejos de conseguir repartir mejor la afluencia de turistas, el resultado fue que aquellas zonas remotas y medioambientalmente más sensibles de las Islas Baleares empezaran a verse también afectadas por el fenómeno del turista de selfie. O lo que es lo mismo: visitantes que se desplazan hasta un determinado lugar de moda con el único objetivo de hacerse una foto y publicarla en redes sociales para después marcharse y a otra cosa mariposa.

La cala para 100 personas con 4.000 personas al día. Un buen ejemplo ilustrativo de lo ocurrido se encuentra en Mallorca, en la cala Caló des Moro en Mallorca. Es un trozo de costa con una capacidad para unas 100 personas pero, después de que una influencer mostrara sus aguas cristalinas y arenas doradas a sus seguidores, empezó a recibir hasta 4.000 visitantes diarios, con unos 1.200 vehículos acudiendo a la zona al día, según datos de la alcaldesa María Pons.

En busca de soluciones para un mundo cada vez más 'Black Mirror'. Ante estos datos, Pons tuvo que pedir a periodistas y operadores turísticos que no volvieran a mencionar la cala y el departamento de turismo balear ha eliminado todas las imágenes que tenía de la bahía en su página web. Mientras, en Es Vedrà (Ibiza), el ayuntamiento ha cerrado el acceso a su popular mirador, también víctima del turista de selfie, por las quejas los de vecinos de hacinamiento y acumulación de basura. Barcelona, por su lado, ha optado por crear una zona especial de 6.200 metros cuadrados,  junto a la Sagrada Familia, donde los visitantes puedan hacerse las fotos sin molestar a los vecinos.

Foto de portada | Tommie Hansen

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